¿Te imaginas un colectivo profesional de cineastas con decenas de activistas repartidos por diferentes ciudades documentando los movimientos sociales? Existió, se llamó The Newsreel, eran activistas, revolucionarios y llevaron, a finales de los sesenta y principios de la siguiente década, a la máxima expresión la idea de que el documental podía ser una herramienta para la emancipación del pueblo. El grupo nació en nueva York en diciembre de 1967 en el contexto de la Nueva Izquierda norteamericana sin muchos antecedentes inmediatos –en los lejanos 30 había existido el Workers Film and Photo League of America–. En la primavera de 1968 se formó un segundo grupo en San Francisco, donde por ejemplo se rodaron Blank Panther u Oil Strike. Luego, se establecieron oficinas en muchos otros puntos de Estados Unidos.
En las intenciones seminales de los fundadores estaba establecer una alternativa a los noticiarios convencionales, que ocultaban los abusos policiales que, por ejemplo, varios de ellos habían sufrido en la gran marcha contra la guerra de Vietnam de octubre de 1967.
El crítico e historiador norteamericano Bill Nichols recordaba en un artículo de 1973 que Robert Kramer –uno de los máximos exponentes del grupo en Nueva York junto con Fruchter– decía que querían hacer películas que “exploten como granadas en la cara de la gente”
Las proyecciones eran introducidas en público por los propios miembros de Newsreel, que hablaban de ellas como espacios liberados o, en terminología de época, descolonizados. Proyectaron y debatieron sus películas en medianeras de los barrios, parques públicos, iglesias, sedes de sindicatos y hasta en festivales de música como Woodstock. Se financiaron con la distribución de películas procedentes de Cuba o de Vietnam.
Entre la militancia cinematográfica del grupo siempre convivió un núcleo de clase media, ilustrado, que había trabajado en producciones independientes de izquierda –si bien no se acreditaba por razones ideológicas–, con otro de clase trabajadora. Aunque el primero de los grupos llevó la voz cantante, es verdad que al llegar a los setenta se esforzaron en adoptar posturas más democráticas y el movimiento –que se acercaba para entonces al maoísmo– contó con una gran presencia de mujeres y minorías. En esa época, se adoptó como prioridad captar a miembros procedentes del Tercer Mundo para The Newsreel.
Muchas de sus primeras películas militaban contra la guerra del Vietnam (la primera de todas, Resistir, era una entrevista con Chomsky sobre el tema) pero cubrieron todo el arco de la movilización de la época: el movimiento estudiantil, las incipientes protestas contra lo que aún no se llamaba gentrificación, la okupación, huelgas, movimiento feminista (como en The Woman’s Film o Herstory) y hasta la crisis climática (La tierra pertenece a la gente). Newsreel documentó la contraculura revolucionaria y colectiva, lo hizo con el Partido Pantera Negra, los Young Lords, la Liga de Trabajadores Negros Revolucionarios o los Yippies, entre otros movimientos.
Los usos radicales del espacio público pronto interesaron a los miembros de Newsreel. Aunque los conflictos por el espacio están muy representados en toda la filmografía del colectivo, hay algunos títulos que se ocupan muy tempranamente y de forma específica de los procesos de expulsión vecinal y gentrificación. En People’s Park (1968, 25 minutos) retrataban la ocupación de los vecinos de la calle Berkeley, junto con estudiantes politizados, de un terreno perteneciente a la universidad –que lo había comprado, provocando la expulsión de los vecinos– para hacer un parque autogestionado, un parque del pueblo. El desafío a la propiedad privada, que duró algunos meses, acabó con la llamada del entonces gobernador, Ronald Reagan, a la Guardia Nacional. Los disturbios se saldaron con un muerto a manos de la policía y decenas de heridos, por lo que el montaje violento marca de la casa va de las sirenas de la policía y el horror, al baile en la calle, en un ir y venir consciente de la alegría contracultural frente al autoritarismo de las fuerzas de seguridad del Estado.
En 1970 documentaron y dieron cuerpo fílmico a la naciente gentrificación de Manhattan en su versión más agresiva. Operation Move-In fue un movimiento de respuesta formado sobre todo por afroamericanos y latinos que se articuló entorno a la okupación de edificios vacíos. El documental de 40 minutos Break and Enter (una expresión equivalente a nuestro patada en la puerta) retrata una toma coordinada de edificios cuya demolición estaba ya programada.
Los espacios interiores y exteriores de Nueva York comienzan ofreciendo al espectador excavadoras, bultos enviados al exilio, trabajos precarios en restaurantes, inmisericordes oficinas de la administración…
–“Nos botaron fuera”, se escucha.
–“¿Qué clase de gente va a venir aquí?.”
–“No sé, ricos supongo”.
Y luego, asambleas, caras de autoafirmación colectiva, manifestaciones que acaban en okupaciónes, stopdesahucios con cuerpos en los portales y sentados en las ventanas, las boinas ladeadas de los Young Lords, mujeres activistas –como siempre ha sido en el movimiento por la vivienda–, ritmos afrolatinos…vida comunitaria, fiestas, apoyo mutuo –guardería y arreglos–, policía…
El ocaso del momento histórico de Newsreel en su forma original se da a lo largo de los setenta, aunque todavía existen la distribuidora Third World Newsreel en Nueva York y California Newsreel.
BIBLIOGRAFÍA:
Nichols. (1973). NEWSREEL: FILM AND REVOLUTION. In Cinéaste (New York, N.Y.) (Vol. 5, Issue 4, pp. 7–13). Gary Crowdus.
Vasudevan, Alexander. (2023). La ciudad autónoma. Una historia de la okupación urbana. Alianza.