Es complicado encontrar un acontecimiento turístico (podemos denominar así un evento singular relacionado con el patrimonio que congrega una horda de móviles en erección camaril) protagonizado por locales en pleno de centro de Palma de Mallorca, una de las capitales más tensionadas por el turismo.
Sin embargo, la mayoría de los que madrugaron este sábado para presenciar el Vuit de la Seu en la catedral (o Festa de la LLum), un espectáculo lumínico que ha merecido el interés incluso de la ciencia matemática, eran mallorquines.
Dos veces al año, el 2 de febrero y coincidiendo con Sant Martí –2 del 2 y 11 del 11 –, la luz solar de la mañana entra por el impresionante rosetón monumental del altar mayor y, como una linterna, proyecta sus colores y formas sobre el lienzo del otro rosetón, llegando a alinearse con el mismo en un momento dado.
El efecto lumínico congrega a miles de personas, que hacen cola a las puertas de la catedral desde antes de las siete de la mañana (este año, que además caía en sábado, fueron muchas las personas que se quedaron fuera). No es frecuente ver tantos mallorquines, como decíamos, en un espacio donde lo corriente son los grupos turísticos.
Se trata, además, de una zona tan tensionada urbanísticamente que hasta la Iglesia de Santa Eulàlia –a solo unos metros de la catedral– ha sido noticia recientemente por poner en alquiler una vivienda dentro del propio templo.
El apartamento en cuestión es la antigua rectoría de la iglesia más antigua de Palma (y Bien de Interés Cultural), puesto en alquiler por 1000 euros a través de una agencia de alto standing, según cuenta la prensa palmesana. Últimamente era utilizado como trastero y no debe ser muy grande ya que el precio del metro cuadrado en el área es uno de los más elevados de Palma e, incluso, de toda España (está a 5.694 euros y el valor medio de los alquileres es de 1.722 según los portales inmobiliarios).
Salvo algunos eventos religiosos (este no lo es estrictamente, aunque se produzca en recinto católico) son pocos los momentos en los que un espacio tan absolutamente turistficado y musealizado es tomado por los vecinos de la ciudad. A veces los eventos extraordinarios nos ayudan a visualizar desde fuera los problemas de la normalidad.