La llegada de artistas a un barrio suele entenderse como la antesala de un proceso de gentrificación, pero no siempre es así. Al menos no si la barriada está ya condenada a desaparecer. Esto es lo que pasó con las casas victorianas del extinto Claremond Road, en Londres. La calle estaba afectada por el trazado de la carretera M11 y poco antes de 1994 un buen número de artistas de cariz contracultural y okupas habían ido poblando sus casas. Era la antesala de lo que el fotógrafo sudafricano Gideon Mendel titularía en un reportaje La batalla de Claremont Road contra la propia destrucción de la calle.
La campaña No M11 había comenzado un año antes. El trazado de la autopista suponía la tala de un bosque centenario y la demolición de muchas casas en los distritos de Leytonstone, Leyton y Wanstead, forzando el desplazamiento de sus vecinos. El movimiento suponía de la urbanización del conflicto contra el Roads for Prosperity plan, “el mayor programa de construcción de carreteras desde los Romanos”, acometido por John Major.
A partir de 1992 se habían multiplicado las acampadas que se interponían en el camino de las máquinas. La más conocida hasta la fecha había sido, probablemente, la que se instaló en de Twyford, una zona de excepcional valor ecológico amenazada por los planes de construir el tramo final de la autopista M3. Un grupo de tintes new age se opuso a las máquinas y el movimiento fue ganando en simpatía popular hasta que el 4 de julio de 1993 unas 1.500 personas irrumpieron en la zona de construcción para unir sus manos y bailar. Las tácticas de acampar, encadenarse a la maquinaria y hacer casas en los árboles fue extendiéndose por otras zonas rurales del país.
Dentro de la campaña No M11, y antes de llegar a lo de Claremond Road, el movimiento se instaló en la ciudad. El primer hito fue alrededor del castaño de George Green, en Wanstead, un árbol de 250 años donde alguien había construido una casa. Los activistas consiguieron que el desalojo fuera considerado un desahucio, con todos los trámites administrativos que conlleva. Luego, cuatro grandes casas de lo que llamaron Wanstonia –de las 300 afectadas– fueron declaradas Casas Libres Independientes y se proclamó una república independiente de Gran Bretaña de la que se expidieron pasaportes y que envió una misiva a la ONU para ser reconocido.
El desalojo anticipó las tácticas de resistencia que luego se verían en Claremont Road, comunicando las casas por dentro, subiéndose los activistas a los tejados y a los árboles, donde instalaron incluso teléfonos para comunicarse.
Después de varios desalojos, las treinta casas de Claremont Road se convirtieron en la Numancia del movimiento. Allí se desarrolló la resistencia dentro de un molde más artístico, pero también decididamente frentista.
Un cartel publicitario que parodiaba la estética inmobiliaria anunciaba a la entrada “Bienvenidos a la carretera de Claremont: casas ideales. Trabajando por un mundo mejor”. La idea de Zona Temporalmente Autónomal del escritor anarquista Hakim Bey se encarnaba conscientemente en el lugar y la música electrónica era la banda sonora de una rave permanente.
Como no, se construyeron casitas en las copas de los árboles, se decoraron las casas con grandes murales y un gran tablero de ajedrez en la calle, cuyas figuras eran piezas de maquinaria, servían de metáfora humorística de su batalla.
Derribaron las vallas que separaban los jardines –los enclousures como referencia inglesa constante–, se prohibió la circulación de los coches (que se utilizaron como obras artísticas, con pintadas y flores)– y se sacaron los muebles de las casas a las calles. El lugar era también escenario de celebraciones a las que acudían muchos jóvenes ajenos a la lucha y, según cuentan algunos protagonistas, hubo varias muertes por sobredosis de heroína.
A finales de noviembre tuvo lugar la batalla. 700 policías, 400 guardias de seguridad y 300 alguaciles fueron recibidos en Claremont Road con gritos. La mejor estrategia defensiva fue una compleja capa superior hecha de redes y puentes que conectaban los tejados y los árboles. La mayor de las alturas era la llamada Torre de Dolly, una estructura andamiada de 30 metros de altura pintada en vivos colores. La operación policial duró cinco días. Se produjo mientras sonaba música de The Prodigy y otros músicos de la misma onda y, aunque hoy ya no existe el lugar, es posible que la resistencia tuviera algo que ver con la suspensión del programa de construcción de carreteras cuando el Partido Laborista se hizo con el gobierno en 1997.
PARA SABER MÁS: Ramírez Blanco, J., & Ramírez Blanco, J. (2018). Activism as a Place: The British Anti-Roads Movement and the Squatted Street of Claremont Road. Artistic Utopias of Revolt: Claremont Road, Reclaim the Streets, and the City of Sol, 9-40.