Hoy en día, a nadie se le escapa que el espacio se construye, en parte, a través de sus representaciones. Existe un espacio vivido y otro percibido. No se pueden disociar completamente y el segundo va ocupando un espacio cada vez mayor a medida que vivimos más tiempo en la dimensión virtual.
En 2019 a los investigadores Jamie L. Worms y A. Gras Velázquez se les ocurrió analizar el hashtag #favela en Instagram para estudiar la representación en la red de los populares barrios brasileños de desarrollo informal. Brasil era entonces (y sigue siendo) el tercer país con más cuentas en Instagram, después de Estados Unidos y la India, así que la idea parecía pertinente.
En Brasil, 11,25 millones de personas viven en este territorio que a principios del siglo XX ni siquiera figuraba en los mapas oficiales. La cosa ha cambiado mucho y, a la vez, no tanto según cómo se mire. Antes del mundial de 2014, que se jugó en el país, se presionó a Google para que eliminara de Maps la palabra favela por razones de imagen internacional, consiguiendo que el gigante de Silicon Valley cambiara parte de los rótulos por morro (colina) o los nombres de la favela, prescindiendo del término.
Los investigadores analizaron en Hashtag favela: Instagram, space and identity in urban Brazil (Journal of Urban Cultural Studies, 7(1), 59-76) las fotos con el ht situadas en Río de Janeiro y Sao Paulo durante el mes de marzo de 2019. Clasificaron el 90% de las más de mil imágenes tomadas en consideración en tres categorías: las que tenían una intención publicitaria, las que estaban hechas en el ámbito del turismo y las que reflejaban la vida cotidiana en la favela.
Encontraron que en más del cincuenta por ciento de las fotos había motocicletas. Las motos son el vehículo por excelencia de las favelas, perfectas para moverse por calles sinuosas, estrechas y empinadas. Sin embargo, se trataba de motos caras, de gran cilindrada, donde la favela tenía un rol tan secundario que a veces el fondo aparecía difuminado. Se trataba de imágenes publicitarias que querían expresar un estilo de vida aventurero, masculino, sexy…
Algo más del 15% de las fotografías eran fotos turísticas, muchas tomadas de lejos y con poca interacción con el espacio o sus habitantes. Los viajes a las colinas en Río en busca de “samba y diversión” se remontan a la primera década del siglo XX y los safaris han crecido en las últimas décadas entre turistas internacionales, movidos por la mirada vouyerista y colonial.
Pero algo menos de una cuarta parte de las fotos analizadas hablaban de la vida cotidiana de la favela, incluyendo la creación de murales, la denuncia de la violencia policial, el baile o reflejando a la gente pasando tiempo en familia. Al contrario que las turísticas, estas instantáneas estaban hechas desde cerca, geolocalizadas –el lugar sucede en el espacio– y acompañadas de etiquetas en portugués que resaltaban un sentido de cultura, pertenencia y comunidad, explicaban los investigadores.
Deslizaban, sin profundizar en ello, que esta autorepresentación de los vecinos y la comunidad ayuda a contrarrestar la mirada colonial que pesa sobre las favelas pese a su infrarrepresentación.
Sin embargo, si hacemos en diciembre de 2023 la misma búsqueda, el ht sigue mostrando muchas fotos de motos pero, sobre todo, imágenes de futbolistas y retratos de personas, que probablemente reflejen las preferencias individualistas actuales del algoritmo, pues es un patrón que se repiten en etiquetas de otros lugares.
Si utilizamos un ht más específico, como #Rocinha, sí podemos aún vislumbrar a simple vista las tres categorías de las que hablaba el artículo y pensar, con los autores que en 2017 escribieron #Rocinha: The representation of Brazil’s largest favela on Instagram, que las imágenes de Instagram eran menos estigmatizadoras que las que aparecían en los medios de comunicación convencionales y, por lo tanto, la red social podía ser un vehículo de autorepresentación con capacidad de romper con el prejuicio.
La diferencia entre lo que buscaron hace cuatro años los autores del primer estudio y lo que aparece ahora, sin embargo, nos pone sobre aviso: en el espacio socialmente construido en las redes no solo median los usuarios, lo hace de manera crucial el diseño del algoritmo. O, lo que es lo mismo, la empresa.