Los espacios verdes pueden proporcionar beneficios para la salud mental y posiblemente reducir el riesgo de trastornos psiquiátricos. Un estudio hecho en Dinamarca (por investigadores de la Universidad de Aarhus) pone datos a esta intuición. Se puede leer en Residential green space in childhood is associated with lower risk of psychiatric disorders from adolescence into adulthood.
Según el artículo, construido sobre el estudio de más de 900.000 personas, los niños que crecieron en entornos menos verdes tuvieron entre un 15 y un 55% más de riesgo de desarrollar un trastorno psiquiátrico, independientemente de los efectos de otros factores de riesgo conocidos.
Los propios autores advierten de que no se puede aseverar la causalidad categóricamente. “Es puramente correlacional, por lo que no podemos decir definitivamente que crecer cerca de espacios verdes reduzca el riesgo de enfermedad mental”.
La correlación se mostró fuerte sin embargo, incluso después de ajustar los datos por factores socioeconómicos o antecedentes de enfermedad mental de los padres. Esto es importante porque, según se explica en el propio estudio, las familias más ricas, por ejemplo, podrían permitirse vivir en vecindarios con mayor acceso a la naturaleza y tener acceso a otros recursos relacionados con la riqueza que podrían mejorar el desarrollo infantil.
Los científicos evaluaron la presencia a nivel individual utilizando datos satelitales de alta resolución para calcular el índice de vegetación diferencial normalizado dentro de un cuadrado de 210 × 210 m alrededor del lugar de residencia de cada persona de la muestra desde el nacimiento hasta los diez años. Según las conclusiones del estudio, los efectos de la exposición serían acumulativos durante la infancia: cuanto más tiempo pasaron los sujetos cerca de zonas verdes menor fue el riesgo de tener problemas de salud mental en la edad adulta. El estudio ha sido posible porque Dinamarca cuenta desde 1968 con un registro personal muy exhaustivo que incluye las residencias y los datos de salud mental de los ciudadanos.
Las conclusiones no explican por qué sucede de esta manera. Kelly Lambert, la investigadora principal, así lo advierte, aunque aventura que podría estar relacionado con causas evolutivas: evolucionamos rodeados de espacios verdes, y algo conectado con la exposición a nuestro entorno “nativo” podría tener poderosos efectos fisiológicos y psicológicos. También es plausible pensar que tenga que ver con cómo se utilizan socialmente estos espacios, un aspecto que queda fuera de los contornos del estudio.